Guía de Alone in the Dark 3
Capítulo IV
Solución
El sudor me recorrió la frente cuando crucé el cuadro. Entré en una extraña habitación, llena de objetos macabros y extraños. Busqué en una mesa con un espejo, logrando un cartucho de 30/30, una pera y una perla. Luego, empujé el espejo por si acaso, y conseguí una llave... probablemente de la habitación del otro lado.
Rebuscando, me fijé en la cama. Había una estatua de una mujer, y al examinarla cogí una flecha. Se la puse a la estatua de al lado, reconstruyendo un espectáculo macabro. El cuadro me dio otra pista y volví a traspasarlo. De vuelta, me recogí el perchero.
En el pasillo principal, pude usar la llave con una de las puertas. Entré con cautela y encontré un cuaderno, un frasco, que bebí inmediatamente; y un folleto de instrucciones. Leí el cuaderno, y descubrí que ahí había dormido Emily y otros datos interesantes: un montador había muerto al caerse por el barranco, y el hombre visto en el proyector de la taberna era Billy Silver; además de que había otro superviviente, un tal Morrison.
No sé el porqué, pero todo me olía mal... me olía a un pasado tenebroso. . me olía a La Cocina del Infierno...
Me acerqué a un dragón, al que le faltaba un ojo. Quité el diamante del anillo y se lo puse, consiguiendo cartuchos para mi Winchester. Salí por la terraza, pero no podía pasarla porque alguien me disparaba desde la habitación. Decidí tenderle una trampa, así que coloqué el perchero en una plataforma floja, a punto de caerse. El maldito asesino se cayó. Empujé una de las puertas, para introducirme en la habitación. Aquí encontré un disparador, un flash y otro folleto de instrucciones; además de una llave. Había entrado en un cuarto de fotografías. Vi dos, que mostraban como entrar en un lugar. Además vi otra fotografía... ¡Oh, no... La Cocina del Infierno... Jack el Tuerto! Mi corazón latía deprisa, pues había recordado un infierno anterior.
Salí de la habitación corriendo hasta el pasillo principal. Abrí otra puerta para encontrarme de nuevo con el terror... un monstruo deformado me intentaba matar. Coloqué la pera y el disparador, junto con el flash para completarlo. Luego, me situé cerca del monstruo y disparé. ¡Adiós, vete al Infierno!, pensé. Recogí una lata de aceite y, cerca, había un piano al que introduje una ficha. Al parecer, un hombre con gafas convenció a Jed Stone para que excavara en la montaña, donde un extraño mineral rebosaba; y contratando a una banda de presidiarios, se dispuso a ello excavando en un templo de indios. Luego, construyó un red ferroviaria, con un tren, y un tanque de agua. Cerca de allí, había una especie de armario que, al golpearle, se abrió dándome un frasco, que bebí; y un palo de guerra. Además, se abrió un pasadizo que, a pesar de mis pensamientos, decidí bajar.
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