Guía de Alone in the Dark 2: Jack is Back
Feliz Navidad, Detective
Solucíon
Subí al piso superior, un enorme hall, donde un cocinero bajito no me reconoció. Fui a la cocina y vi una estatua extraña, que iba a lanzar un tridente sobre mí. Corrí a la cocina y cogí la sartén. Me puse detrás del cocinero y, ayudándome con la sartén para que no me diera, el tridente le dio de lleno eliminándolo. Me apropié de una botella de vino y de veneno, mezclando las dos cosas. El plato de huevos fritos de la mesa me sentó sensacional.
Con la botella de vino envenenado en mi poder, la metí por la puerta que estaba en frente de la estatua. El borracho Papa Noel salió de la nada atacándome. Le derroté con mi recortada, y los otros dos gángster murieron a mis pies.
En esa habitación había un órgano automático. Lo hice sonar con mis fichas, abriendo una habitación secreta. Yendo a la habitación me apropié de un doblón antiguo, y de un chaleco antibalas, una ametralladora y un cargador en la habitación contigua.
La estatua del tridente me parecía sospechosa y, por si acaso, le quité la corona de la cabeza. Subí al segundo piso, donde acabé con un gángster que no esperaba mi protección. Luego, entré en la sala de juegos, donde me esperaba De Witt, un famoso pirata del que hablaban algunos libros. Después de luchar encarnizadamente con él lo mandé a la oscuridad de donde había venido, apropiándome de un Derringer, un bastón-espada, un trozo de manuscrito y un libro contando la vida y parte de la tripulación del Holandés Volante.
Encontré el dormitorio de un brujo y me fijé en dos manos que protegían un objeto de valor. Luché con ellas con el bastón-espada, hasta destruirlas. El objeto era otro trozo de pergamino, que contenía un enigma interesante: Si la reina blanca busca el trono, el rey debe concedérselo. El amuleto es la clave para alcanzar una nueva dimensión.
Meditando observé un busto, de una reina blanca, al que puse la corona. Algo había cambiado en el entorno. Me dirigí a la sala contigua, que era el laboratorio de un hechicero... o de una bruja. Al intentar conseguir el amuleto que estaba en un sello, en el suelo, caí en trance. Mi espíritu se elevó hasta el ático.
Me adentré en la sala y acabé con otros dos gángster: uno con los puños, que conocía artes marciales, y al otro a base de ametralladora. De esa sala recogí una granada, una llave y otra ametralladora oculta en un cofre. En la sala contigua, localicé una bonita caja con la efigie de Jack el Tuerto. Le di el doblón, obteniendo como recuerdo un pompón de lana. Otra habitación llamó mi interés, sobre todo al saber que un muñeco cobraba vida y me miraba con malas intenciones. En cambio, no me quería matar, sino el pompón que había obtenido. Lo tiré al laboratorio, donde las serpientes daban buena paliza al polichinela.
Sin razonar un instante, mi excitación no me dejaba, lancé la granada por la chimenea, lanzándome yo después. Allí aún quedaban tres zombis. Corrí fuera de la habitación y de la cocina, y me metí por la puerta contigua a la estatua. Les esperé y, con mi ametralladora, hizo añicos a los enemigos. Una vez muertos, me hice con una bola de billar, extrañamente colgada en un árbol de Navidad.
Ya había registrado la casa completamente... ¿dónde estaba Grace? Subí a la sala de juegos, en el segundo piso, y metí, según el manual de billar, la bola en una máquina con diversos agujeros. Debí acertar, pues un armario que ocultaba una puerta se movió. Abrí la puerta con ayuda de la llave, y me sentí frío al entrar.
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