Guía de The City of Lost Children
El Prestamista Avaricioso
Solución
Tal como Miette sospechaba, su única recompensa era volver a delinquir. Esta vez, tenía que robar en casa de un prestamista que vivía en el otro extremo de la ciudad donde sólo se llegaba desde una puerta al final del callejón, que siempre estaba cerrada. Pensando en como conseguir la llave, Miette decidió visitar a su vecino, un alquimista. Tal vez, él podría ayudarla. Miette le extrajo un poco de información sobre el prestamista y consiguió una poción somnífera que éste preparaba, a cambio de las canicas. En esa misma habitación, Miette cogió un muslo de pollo.
En el callejón estaba el viejo Pelade, que tenía la llave de la casa del prestamista, pero pedírsela era inútil. Miette consiguió dormirlo con ayuda de la poción somnífera. Miette le registró, sin encontrar evidencia alguna de la llave, así que se fijó en un curioso cesto. Lo atrajo para si misma con una cuerda y, dentro del cesto, halló una salchicha y el pomo de la puerta de la casa de Pelade, subiendo las escaleras. Sólo quedaba distraer al perro guardián para que no ladrara advirtiendo a Pelade. Tranquilizado el perro con el hueso, Miette entró. Allí encendió la luz y, debajo de la cama, encontró la ansiada llave.
La casa del prestamista estaba vigilada por un siniestro personaje miembro de un grupo conocido como los cíclopes porque, aunque ciegos, llevaban incorporado un artefacto que les permitía ver con un mínimo de claridad. Había que dejarlos fuera de combate, y estos cíclopes no soportaban ningún sonido elevado o estridente. Miette necesitaba algo metálico. Quizás ese hombre que arreglaba su camión podía ayudarla. Con habilidad, le quitó unos alicates para apoderarse de una campana que colgaba de una pared. El sonido de la campana hizo enloquecer al cíclope, que acabó cayéndose al agua.
La niña consiguió en la lujosa casa, y encontró dos cajas fuertes, una muy grande y otra minúscula, que podían tener alguna relación quizás una sirviera para abrir la otra. Tras varios intentos Miette consiguió abrir la caja fuerte poniendo la pequeña en una balanza, pudiendo así coger el magnífico diamante que había dentro. Decidida a escapar, la niña no se dio cuenta de que al otro lado de la puerta la esperaban dos cíclopes que la golpearon y la arrojaron al mar. Salir de una situación así era muy complicado de no ser por...
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