Guía de Discworld (Mundodisco) II: Missing Presumed...!?
Acto II: Ven a morir conmigo
La muerte se va de vacaciones
El rito fue ejecutado con éxito y La Muerte acudió a la llamada. Pero para sorpresa del Archicanciller La Muerte declaró que estaba cansada de su trabajo y que había decidido pasar una larga temporada de vacaciones, desapareciendo antes de que nadie le pudiera hacer más preguntas. Como todos podréis imaginar, Rincewind recibió el encargo de averiguar el lugar donde La Muerte pasaba sus vacaciones e ir a buscarla.
Rincewind comenzó sus pesquisas en las alcantarillas, donde utilizó el pico para conseguir un trozo de hielo en el almacén de cerdos futuros. A continuación se dirigió a las Sombras y habló con el recogedor de muertos para intentar que le llevara al lugar donde eran enviados todos los cuerpos sin vida, ya que supuestamente ese sería el sitio donde La Muerte estaría pasando sus vacaciones. Pero el recogedor explicó que sólo podía cargar con las personas que tuvieran el correspondiente certificado de defunción.
La única persona que podía proporcionarle el certificado era el sepulturero que, precisamente, estaba trabajando con el cadáver de Yaya Ceravieja en el mortuorio. Rincewind habló con él para descubrir los requisitos que debía tener un cuerpo para ser declarado oficialmente muerto y se preparó para engañarle. Para ello, cogió el espejo, lo calentó sobre el mechero bunsen y lo volvió a dejar en el mismo lugar. A continuación, se tumbó en la losa, se colocó el brazo del maniquí, se introdujo el hielo y llamó al sepulturero, el cual reconoció que Rincewind presentaba los tres síntomas inequívocos de la muerte y le entregó el certificado de defunción.
Nuestro amigo mostró el certificado al recogedor de muertos, el cual accedió a conducirle a bordo del barco que le llevaría a la tierra Cuatro Equis, el lugar elegido por La Muerte para sus vacaciones. Nuestro amigo intentó convencer a La Muerte para que volviera a su trabajo y acabara con el caos producido por las almas sin recoger en MundoDisco, pero la Muerte afirmó estar harta de su mala fama y dijo que solamente regresaría si Rincewind conseguía convertirla en alguien realmente popular.
Y la mejor manera de conseguirlo, tal como sugirió Escurridizo, era convertir a La Muerte en una estrella de cine, haciéndola protagonista de una película taquillera. Pero para garantizar el éxito de la película había tres elementos que no se podían descuidar: una chica con evidentes encantos físicos, una canción pegadiza y unos cuantos chismes para alimentar la curiosidad del público.
Volver arriba
Ha nacido una estrella
Rincewind comenzó la búsqueda de los ingredientes necesarios para la película en Djelibeybi, una pequeña ciudad costera situada al borde del desierto. Allí habló con el vendedor para conseguir un camello, y con ayuda del animal consiguió alcanzar una colina situada en el interior del desierto, donde encontró varios esqueletos atados a unos árboles. Al hablar con Hueso Ocioso, uno de los esqueletos, Rincewind descubrió que se trataba del grupo musical ideal para interpretar la banda sonora de la película, y se hizo con sus servicios desatándolos con ayuda del cuchillo.
Nuestro amigo entró en una de las pirámides, donde encontró un frasco de pegamento, cortó las vendas de la momia con las tijeras y utilizó las vendas para envolver el brazo de madera del maniquí que tenía. Finalmente se dirigió al oasis, y allí consiguió engañar a los dos buitres y apoderarse un brazo podrido, cambiándolo por el brazo vendado. El brazo podrido no tenía buen aspecto, pero Rincewind encontró en uno de sus dedos un precioso anillo.
Rincewind regresó a Cuatro Equis, la playa donde La Muerte había pasado sus vacaciones, y se fijó en los objetos que un extraño nativo tenía a la venta en su pequeña tienda. Después de examinarlos, y hablar con el nativo, nuestro amigo consiguió un palo con forma de boomerang y una cesta de pícnic.
Holy Wood era la Meca del cine, el lugar donde se filmaban y producían las películas que luego se proyectaban en todos los cines de MundoDisco. Rincewind entró en la habitación del vestuario, se fijó en un disfraz de caballo y habló con el enano que estaba a cargo del vestuario para interesarse sobre el disfraz, consiguiéndolo a cambio del anillo.
Nuestro amigo salió de la habitación, recogió tanto el peso como el cartel con el número diez colocado sobre el buzón de correos y, finalmente, colocó el cartel sobre el peso para que pareciera que no pesaba una, sino diez toneladas. Luego entró en la sala de maquillaje y encontró a una joven desesperada porque no conseguía encontrar el maquillaje adecuado para La Muerte. La chica explicó que necesitaba un buen material de referencia, como una foto de la reina de los elfos, y Rincewind se ofreció a conseguirla.
Antes de abandonar los estudios nuestro amigo se acercó al domador de duendes, cogió una cámara de fotos y preguntó al domador si podría prestarle un duende pero, por desgracia, uno de los pequeños diablillos no se dejó atrapar y se escondió en uno de los decorados. Nuestro amigo pintó el boomerang con ayuda de uno de los botes de pintura y lo arrojó contra el decorado, para atrapar al duende que se había escondido allí, introduciendo el duende en la cámara.
Ahora podía ser un buen momento para tomar de nuevo el barco y regresar a Ankh-Morpork, en concreto al comedor de la Universidad donde Rincewind pidió al bibliotecario ayuda para usar el disfraz de caballo. Luego llenó la cesta de pícnic con la comida que había sobre la mesa y cogió los aros de cricket situados en el jardín.
Nuestro amigo volvió a Djelibeybi, cruzó el puente de madera que conducía al pueblo y entró en la primera casa, la del arquitecto, donde encontró un cartel con los planos de una pirámide. Luego se dirigió al centro del pueblo y se puso a hablar con Uri Djeller, el extraño personaje que levitaba sobre una alfombra, el cual le ayudó a estirar los aros de cricket, para así poder convertirlos en alambres, y le explicó que existía un gran filósofo en el desierto que podría proporcionarle la canción pegadiza que necesitaba para la banda sonora de la película.
En el mismo lugar un grueso hombre vendía todo tipo de objetos. Rincewind se fijó en una gigantesca roca de azúcar e intentó comprarla, pero un grupo de mujeres enfurecidas se apoderó de ella sin que nuestro amigo pudiera hacer nada por impedirlo. Antes de marcharse Rincewind llegó al extremo del pueblo y cogió un poste que estaba clavado en el suelo.
El filósofo del que había hablado Uri Djeller vivía realmente sobre una rueda de carro en el centro del desierto. Rincewind le pidió que le escribiera una canción pegadiza para su película, pero el sabio, un individuo bastante chiflado y rarito que se llamaba S. T. Ungalara respondió que solamente lo haría si antes nuestro gran mago le explicaba la respuesta al porqué de todas las cosas que existían en el Universo.
Con un nuevo encargo en su ya larga lista Rincewind regresó al jardín de la Universidad y colocó el poste en el montón de abono para atrapar a la sufragista, una curiosa joven que reclamaba el derecho de las mujeres a contar chistes malos al igual que los hombres. Luego encontró a Casanunda en el mortuorio junto a su amada bruja Ceravieja y, hablando con él, consiguió convencerle para que se marchara a Djelibeybi, momento que aprovechó para hablar con la bruja y averiguar dónde se encontraba el bosque de los elfos. Finalmente Rincewind visitó el puerto, colocó el falso peso de diez toneladas en el gancho y lo empujó contra el almacén de novedades para abrir un boquete en el muro y conseguir un hermoso souvenir de Ankh-Morpork que, sin duda alguna, serviría como novedad para promocionar la película protagonizada por La Muerte.
Rincewind regresó a Djelibeybi y colocó la sufragista atada al poste en el agujero donde antes estaba el poste vacío, momento en el que las mujeres que habían comprado la roca de azúcar aparecieron furiosas y comenzaron a lapidar a nuestro amigo. Pero el esfuerzo mereció la pena, ya que Rincewind consiguió recuperar la gigantesca roca de azúcar y se apoderó también de la cuerda abandonada por la sufragista en su huida.
Luego, siguió caminado hacia la derecha hasta encontrar un troll que vigilaba una puerta y le ofreció la roca de azúcar, pero el goloso troll se rompió un diente al comérsela. Rincewind intentó abrir sin éxito la puerta y luego habló con el troll para pedirle la llave, momento en el que nuestro amigo abrió la puerta con la llave y ató la cuerda al troll para arrancarle el diente que le dolía. Luego atravesó la puerta y se encontró con la hermosa lechera, a la que consiguió convencer para que trabajara en la película de La Muerte regalándole el diente del troll, que resultó ser un diamante de gran valor.
Rincewind volvió a Cuatro Equis, colocó la cesta de pícnic llena de comida sobre el hormiguero, para atrapar un buen montón de hormigas, y regresó a la playa. Allí cortó la tabla de planchar con la sierra, colocó pegamento sobre la tabla y finalmente se puso a hacer surf sobre las olas. Al tener los pies pegados a la tabla, Rincewind resistió la feroz embestida de las olas y consiguió llegar a una gran cueva, donde encontró unas curiosas pinturas rupestres que fotografió con la cámara que tenía.
Uno de los pocos sitios que Rincewind no había visitado era el bosque de los elfos. Yaya Ceravieja le había explicado que los elfos sólo permitían entrar en su reino a criaturas sobrenaturales, así que Rincewind tuvo la idea de confeccionar un disfraz de unicornio que no despertara sospechas. Introdujo la cámara en uno de sus bolsillos dejando previamente el monedero en el equipaje para, acto seguido, colocar pegamento a la bocina, colocándola sobre el disfraz de caballo para que imitara un cuerno. Luego pidió al bibliotecario que se metiera en el disfraz, introdujo el mismo en su otro bolsillo y, finalmente, entró en el círculo de los elfos, se puso el disfraz y llegó al castillo, donde no tuvo ninguna dificultad para sacar una foto a la reina de los elfos.
De regreso a Ankh-Morpork nuestro amigo entró en la Instalación de Alta Energía de la Universidad y decidió buscar las respuestas a las preguntas del filósofo en una computadora llamada Hex.
Lo primero que tenía que hacer era reponer los bugs que habían huido cuando cogió el tubo de ensayo, y para ello dejó en el suelo la cesta de pícnic llena de hormigas y trazó un camino de miel para que las hormigas llegaran hasta la computadora. Luego construyó una pirámide con los alambres siguiendo las indicaciones de los planos del arquitecto, la colocó sobre Hex y pidió a SkaZZ, uno de los jóvenes magos de la Universidad, que pusiera en marcha a Hex para que la computadora produjera un papel con un breve texto que contenía todos los datos que poseía sobre el porqué del Universo. El papel pareció satisfacer al filósofo del desierto, el cual entregó a Rincewind la canción pegadiza que necesitaba para la película.
Volver arribaEn las mejores salas de MundoDisco
Con todos los objetos necesarios en su poder, Rincewind regresó a Holy Wood, entregó a la maquilladora las fotos de la reina de los elfos que necesitaba como modelo para maquillar a La Muerte y, finalmente, entregó a Escurridizo, que se había ofrecido para dirigir la película y le estaba esperando en el plató, la banda de músicos, la canción pegadiza, la novedad y la lechera.
El rodaje se puso en marcha y La Muerte parecía estar muy a gusto en su papel, pero en cierto momento de la película La Muerte se negó a seguir rodando ella misma las escenas peligrosas, y exigió un especialista que las hiciera en su lugar.
Para conseguir al especialista nadie mejor que un muerto y, para ello, Rincewind se dirigió a las Sombras. Cerca de la casa de la señorita Cake encontró otra casa en la que se celebraba una reunión de muertos a la que pudo acceder mostrando el certificado de defunción. Dentro encontró una oveja en el interior de un armario e intentó convencerla para que trabajara de especialista en la película. Cuando la oveja espetó que la única forma de triunfa en el cine en MundoDisco era ser extranjero Rincewind le mostró las fotos sacadas de la cueva, demostrando de ese modo que la susodicha oveja había tenido antepasados extranjeros.
La película pudo ser terminada y llegó el momento del estreno en el cine más importante de Ankh-Morpork. Pero el público reaccionó muy mal al terminar la película y Rincewind, que estaba en la sala de proyección, tuvo una brillante idea para salvarla, consistente en introducir breves imágenes de la hermosa reina de los elfos para que se fijaran de forma subliminal en los espectadores.
Para ello sacó la película del proyector, la colocó sobre el vehículo de montaje, utilizó las fotos de la reina de los elfos en el dispositivo y, finalmente, volvió a colocar la película en el proyector.
Volver arriba