Jugando a ser trampero
Lo mismo que hay juegos sobradamente reputados que quizá no merezcan ese reconocimiento tan elevado, también hay otros que hoy en día no cuentan, por un factor u otro, con el reconocimiento de la comunidad gamer que debería tener. Colorado, de la mítica empresa Silmarils, es uno de ellos. Quizá le faltó un poquito más para convertirse en una auténtica obra maestra, pero sin duda alguna estuvo muy por encima de la media, de notable alto.
En una época marcada por la salida incesante de exitosas aventuras gráficas, Silmarils decidió ir un paso más allá y proponernos una mezcla de aventura y acción, donde el usuario realmente tendría todo el control de su personaje, mejorando en todos los aspectos a Thargan, su anterior lanzamiento.
Objetivamente, Colorado es un juego técnicamente muy bueno, aunque a veces se le achacó ciertos problemas de control y el sonido quizá pudo ser algo mejor. A nivel visual es una delicia, representando varios pasajes del viejo oeste: un descenso por el río, un poblado indio, un bosque, un acantilado, un cañón o una mina.
En el juego manejamos a un trampero, al que podremos equipar con todo tipo de armas (escopeta de pólvora, hachas, explosivos, cuchillos...) y sobre el que podremos realizar diversas acciones como disparar, atacar cuerpo a cuerpo, saltar, cargar la escopeta, agacharnos para disparar o recoger algún objeto. La gracia de todos estos movimientos, es que ninguno es automático y deberemos aprender a realizarlos utilizando nuestro teclado.
A medida que vayamos avanzando, nos encontraremos con diferentes enemigos a los que tendremos que saber como vencer: indios armados con hachas o arcos, diferentes tipos de animales como osos, aves rapaces o lobos. Además, deberemos sortear ciertos elementos del mapa como precipicios que saltar o montañas que escalar, todo ello resolviendo ciertos puzzles que se nos propondrán, esenciales para el éxito de nuestro trampero.
Cabe destacar el modo de juego en el que estás en la canoa. Esta embarcación nos permitirá descender el río y poder llegar a otros puntos del mapa, pero para ello deberemos derribar de un remazo a los indios que aparezcan en otras canoas o bien esquivarlos. También deberemos tener en cuenta las rocas y troncos de árboles que hay, sorteándolos en medida de lo posible. Si la barra de nuestra canoa llega a su fin, moriremos irremediablemente.
Existe un comerciante al que podremos comprar ítems a cambio de objetos nuestros, como alguna piel de oso a cambio de pólvora para nuestra escopeta.
Por último, los salvados del juego se producen en ciertos puntos del mapa, a modo de checkpoints.
Si te gusta el juego, sin duda alguna te sentirás como un auténtico trampero, enfrendándote a todos los peligros y retos que éstos se encontraban en el viejo oeste, un juego con un encanto infinito.