Arreglando el entuerto a martillazos
Los que nos seguís, sabéis que la mítica compañía Dinamic es una de nuestras predilecciones. Hoy me he levantado pensando que hacía tiempo que no hacíamos review de uno de sus títulos (aunque ya nos van quedando pocos por escoger...), y revisando he visto Hammer Boy, un juego que de pequeño, para qué negarlo, se me daba bastante mal pero que siempre me pareció que tenía potencial. Viendo el catálogo de la compañía, quedó sepultado entre grandes obras y el resultado final, siendo un juego entretenido, tampoco destacaba sobremanera.
En cualquier caso, Hammer Boy vio la luz en el año 90, para prácticamente todas las plataformas no consoleras del momento, como era bastante habitual en la compañía, y también tuvo su máquina arcade.
La mecánica del juego es bastante sencillo y el argumento también: Hammer Boy debe impedir que los enemigos, a través de varios momentos del tiempo y la historia, entren a su fortaleza, ya sea un castillo, un barco, una ciudad futurista o un fuerte en el salvaje oeste americano. ¿Y cómo evitarlo? Pues ya os lo podéis imaginar: a martillazo limpio.
Estaría enmarcado en el subgénero que en inglés se conoce como Whac-A-Mole. Todos hemos jugado alguna vez al más clásico de todos en los antiguos salones recreativos, aplastando topos con el martillo cada vez que uno tenía la valentía de asomar la cabeza.
El juego se dividió en dos cargas totalmente independientes, en la primera carga están las dos primeras fases y en la segunda las dos restantes. La mecánica siempre es la misma, nos enfilaremos en el lugar a defender y nos podemos mover a través de cuatro zonas donde tendremos que utilizar nuestro martillo o bien para evitar que el enemigo asalte el lugar, o bien para apagar los proyectiles que nos lanzarán.
Fuerte: El primer lugar a defender es un fuerte y los enemigos son indios. Los proyectiles lanzados son una especie de antorchas ardiendo.
Barco pirata: En la segunda pantalla tenemos que defender un barco de los malvados piratas. Los proyectiles son bolas de cañón.
Castillo: Ya en la segunda carga, el lugar a defender es un castillo medieval, y los enemigos son soldados. Los proyectiles son piedras lanzadas por catapultas (o lanzapiedras, no queda claro)
Estación espacial: En esta pantalla hay un pequeño cambio, ya que en lugar de lanzarnos un proyectil por los laterales, como en las anteriores pantallas, aparecerán unos enemigos diferentes que tenemos que abatir con las torretas de los laterales.
Cada fase se juega varias veces (alternándola con la otra fase de la carga) en dificultad ascendente. Para ganar tenemos que aguantar un tiempo determinado, que se muestra en la interfaz. Respecto a las vidas, las perderemos si no conseguimos detener al enemigo a tiempo (o el proyectil) tres veces.
Creo que el problema del juego fue que salió tarde para su mecánica y que resulta bastante repetitivo (y poco rejugable). No es uno de los míticos y recordados de la compañía, pero merecía unas líneas en esta página.