El rey de los pesos pesados
Hace dos semanas os presentábamos el mediocre juego de lucha libre Wrestle War. En la presente retro review dominical seguimos con los juegos deportivos, en este caso cambiando la lucha libre por el pugilismo, con James "Buster" Douglas Knockout Boxing (también conocido como Final Blow en su versión arcade y en la mayoría de ports excepto para la Mega Drive fuera de Japón).
El juego está basado, como su nombre indica, en James Douglas, un boxeador real que se hizo especialmente famoso tras vencer al invencible Mike Tyson en 1990, aunque el juego apareció en 1988 para su versión arcade. Taito, una empresa clásica de los arcades, fue la encargada de programarlo, tanto en su versión arcade como en las versiones caseras.
En aquella época, los juegos de boxeo se solían desarrollar en una vista lateral, viendo a los púgiles de perfil y este juego no fue una excepción. El juego consiste en vencer en el campeonato mundial de boxeo, pudiendo llevar a la gloria a uno de los boxeadores que podremos escoger al inicio del juego (da igual cual escojamos, ya que no hay características particulares para ninguno de ellos).
Como no podía ser de otra manera, una vez empezado el combate deberemos intentar derribar a nuestro contrincante, para ello dispondremos de puñetazos directos a la cabeza, al abdomen, ganchos..., resumiendo, todos los golpes clásicos del boxeo. Por otra parte, también tendremos posiciones defensivas, para evitar recibir daño cuando el enemigo nos golpee, así como el saltito hacia detrás, para huir de la zona de golpeo de nuestro enemigo. Los combates se dividen en rounds de minuto y medio de duración, en el que deberemos enviar a nuestro enemigo a la lona y que el árbitro complete la cuenta de 10 segundos o derribarlo tres veces, decretando el árbitro el KO técnico (TKO).
La interfaz del juego es sencilla, teniendo en la parte superior la puntuación, el récord y el nombre de los boxeadores, y en la inferior la vida restante. El transcurrir del juego se reduce a una sucesión de combates de creciente dificultad hasta enfrentarnos en la gran final a Iron Head, un boxeador con pintas de luchador de lucha libre por la máscara con la que va ataviado. Un combate que nos hará sudar tinta.
El juego resulta demasiado simple y poco rejugable, por lo que pasó de puntillas en sus versiones caseras, aunque su versión arcade resulta bastante aceptable y se salva de la quema.
Resumiendo, un juego que no destacó en el catálogo de la Mega Drive y que pierde todo su interés una vez nos alzamos con el cinturón de campeón mundial de boxeo.