El más gamberro de la clase
Hubo un tiempo, en la más tierna infancia del mundo de los videojuegos donde todo estaba por inventar, en la que algún desarrollador, muchos de ellos de forma independiente, decidían realizar un videojuego con alguna temática hasta la fecha inédita. Este es el caso que hoy nos ocupa, el "simulador de vida escolar" Skool Daze, aparecido en 1984.
El juego fue desarrollado por el matrimonio Reidy (David y Helen), quienes poseían una pequeña compañía desarrolladora de videojuegos llamada Microsphere que desaparecería en 1986, dos años más tarde del lanzamiento de su gran éxito. Según sus propietarios las bajas ventas debido a la piratería provocó el fatal desenlace, en una época donde la mortalidad de compañías era muy elevada, donde además de la piratería había otras muchas dificultades como la distribución, un mercado todavía en pañales, dificultades para darse a conocer a otros potenciales clientes... Nada que ver con nuestros días, donde los videojuegos copan la mayoría de los ingresos (y la popularidad) del sector del ocio, superando ampliamente al cine o la música.
La idea de situar el juego en un típico colegio británico surgió de la profesión de Helen, profesora en aquel entonces. En Skool Daze controlamos a Eric, un problemático chico cuyo objetivo es robar las notas del despacho del director del colegio, puesto que son tan malas que quiere evitar que sus padres las vean.
Antes de empezar la partida, el juego nos permite cambiar el nombre de los diferentes personajes controlados por la computadora, como el director, los profesores o el clásico gamberro del colegio, de esta forma podremos meternos más en el juego, introduciendo nombres de nuestros profesores o de aquel compañero violento al que todo el mundo odia pero nadie se atreve a toser.
El juego intenta simular lo que sería un día normal en un colegio, con sus diferentes horas de recreo así como las clases a las que deberemos asistir, indicándonos en la interfaz inferior de la pantalla en que momento nos encontramos. Para conseguir nuestro objetivo, deberemos romper los escudos que hay esparcidos por el colegio, que esconden la combinación de la caja fuerte donde se encuentran las notas. Para ello, deberemos utilizar nuestro tirachinas.
Pero, como es obvio, todo no iba a ser tan fácil, ya que los profesores no paran de deambular por el colegio y nos impondrán como castigo las clásicas líneas de copia en la pizarra si nos encuentran realizando alguna acción prohibida. Depende de la gravedad de nuestros actos, el castigo impuesto será más elevado y al llegar a las 10.000 lineas de castigo perderemos la partida, puesto que seremos expulsados del colegio. El castigo puede venir impuesto por utilizar el tirachinas (si les disparamos a ellos y nos cogen, el castigo será mayor), tirarse al suelo (acto que interpretan como mal comportamiento), encontrarnos deambulando por el colegio en horario de clase, pegar a los compañeros, saltar sin motivo...
La fauna de profesores es de lo más variada, desde el director tiránico cuya vara amenazante causa pavor a los alumnos, pasando por el excéntrico profesor de ciencias, el profesor de geografía que quiere aparentar ser "guay" respecto a sus alumnos pero sin conseguirlo, o el anciano profesor de historia. Sin embargo, los profesores no serán nuestro único escollo, ya que los gamberros del colegio nos harán la vida imposible, menos mal de nuestro tirachinas! Por otra parte, las diferentes clases estan decoradas respecto a la asignatura que allí se imparte.
Sobretodo tendremos que tener cuidado con las campanas, así que es recomendable ir a clase y sentarnos en el pupitre, mientras el profesor realiza sus preguntas. Como elemento curioso, en las diferentes pizarras que encontramos en la escuela podremos escribir lo que nos venga en gana.
La mecánica del juego es bastante sencilla, sobretodo para nuestra época y tiene poca variedad, pero para aquel momento supuso una pequeña revolución, en una época donde las carencias técnicas se suplían con la propia imaginación del jugador. Además. la temática no se ha abandonado en la actualidad, ya que hace unos años pudimos disfrutar de Bully: Scholarship Edition.
Sin duda alguna, uno de los clásicos del ZX Spectrum que tuvo una secuela llamada Back to Skool, así como un port para Commodore 64.